sábado, 2 de junio de 2012

Exclusión de los fieles

Tenemos evidencia del espíritu de persecución manifestado por esos hermanos en el siguiente artículo, publicado en un periódico alemán en 1918:
Al comienzo de la guerra, nuestra congregación quedó dividida en dos partes. Mientras el noventa y ocho por ciento de nuestra membresía tomó la posición, con base bíblica, de ser su deber en conciencia la defensa de la patria con armas, incluyendo el día Sábado, y esta posición unánime de los dirigentes fue transmitida de inmediato al Departamento de guerra; el dos por ciento, sin embargo, no se sometió a esta resolución unánime y, por consiguiente, tuvieron que ser excluidos debido a su conducta poco cristiana. 

Alrededor del 98 % de los miembros en Europa fueron arrastrados con éxito a la apostasía, con sólo el 2 % permaneciendo fieles. Los hermanos dirigentes fueron responsables por excluir a las almas fieles. Estos miembros no salieron de la iglesia. Permanecieron firmemente del lado de la verdad, sin condescender ni someterse a la apostasía. Y, como resultado de su adhesión en conciencia a los principios morales, fueron severamente perseguidos. Algunos de los hermanos fieles fueron delatados por sus propios dirigentes a la policía secreta, arrestados, condenados, y finalmente martirizados.

Cuando la guerra definitivamente llegó a su final, en 1918, había entre dos y tres mil miembros excluidos, fuera de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Durante la 1ª Guerra Mundial, en Alemania, el Pastor Oscar Kramer, un pionero del Movimiento de Reforma, fue testigo de la separación en la iglesia. En su manual, Rise and Progress of the Reform Movement, My Personal Experiences (Surgimiento y Progreso del Movimiento de Reforma, Mis Experiencias Personales), rememora cuán fieles creyentes fueron excluidos de sus iglesias, en Alemania, en 1914.

Nuestro pastor, el Hermano Richter, fue el primero, o uno de los primeros, en ser excluido. Cabe también mencionar a la Hermana Riechers, la Hermana Schwarting, la Hermana Richter, el Hermano y la Hermana Hollman; y creo que también el Hermano Kuhlmann, nuestro diácono. Un poco más tarde, mi madre fue también excluida, junto con bastantes más cuyos nombres no puedo recordar.

Cuando estos creyentes oyeron qué se estaba haciendo, rompieron a llorar. Fue desolador para ellos, pues creían que la iglesia no tenía derecho a actuar de modo tan poco bíblico. Pero, a pesar de eso, fuimos echados fuera, tanto si nos gustaba como si no. Amábamos la iglesia más allá que cualquier cosa de este mundo, pero amábamos la verdad todavía más. Empezamos entonces a tener reuniones de oración durante toda la noche, invirtiendo muchas, muchas horas. Cuánto suplicamos a Dios que mediara y nos trajera de nuevo unidad con nuestros queridos hermanos, a quienes amábamos con todo nuestro corazón. Pero parecía que la suerte estaba echada, y el camino de vuelta nos era cerrado ...

Mientras tanto, nos admirábamos al recibir visitantes desde ciudades y pueblos lejanos. Procedían de toda Alemania, y también de Austria - Hungría, etc. Apenas podíamos creerlo cuando nos contaron que, por todas partes, decenas de creyentes habían sido excluidos por los hermanos dirigentes. En la zona del Rin, dos iglesias enteras, pastores y todo miembro, fueron tachados de la lista de membresía --Wermelskirchen, donde el Hermano Otto Welp era pastor, y Coblenz, donde el Hermano Woltz era pastor. Ya no estuvimos por más tiempo solos. De hecho, había cientos que se encontraron, prácticamente de la noche al día, echados fuera de la iglesia que amaban con todo su corazón.

Oíd Palabra del Eterno, vosotros que os estremecéis ante su Palabra: Vuestros hermanos, los que os aborrecen, y os echan por causa de mi Nombre, dijeron: Glorifíquese al Eterno, para que veamos vuestra alegría. Pero ellos serán confundidos.

Este texto bíblico tuvo cumplimiento durante la 1ª Guerra Mundial. Fue la dirección de la Iglesia Adventista del Séptimo Día la que equivocadamente excluyó a aquellos que no quisieron apoyar la guerra o participar como soldados. En otras palabras, todos los que permanecieron fieles a la ley moral de Dios --los Diez Mandamientos-- fueron injustamente tratados y perseguidos.

SEPARACION PREDICHA

Quedarán en él rebuscos, como cuando sacuden el olivo, dos o tres aceitunas en la punta de la rama, cuatro o cinco en sus ramas fructíferas --dice el Eterno, el Dios de Israel (48). La Iglesia Adventista fue fuertemente zarandeada durante la amarga crisis de la 1ª Guerra Mundial. Tan sólo alrededor del 2 % de los miembros siguieron su andadura en el viejo camino histórico del Adventismo.

Hay dos caminos que conducen a direcciones diferentes.
Resumamos, mediante la respuesta a unas pocas preguntas:
1. ¿Quién abandonó la iglesia?
2. ¿Quién abandonó la verdad?
3. ¿Quién abandonó el camino estrecho?
4. ¿Quienes fueron los fieles?

La iglesia que apoyó la abierta y voluntaria transgresión de los mandamientos cuarto y sexto, no podía pretender seguir siendo guardián de la ley sagrada ni el pueblo remanente de Dios.

Por otra parte, aquellos que obedecieron los diez mandamientos, y no participaron ni apoyaron la destrucción de vida humana, pueden ser considerados los fieles de Dios.

Quizás, una de las razones por las que Dios permitió que tuviera lugar la 1ª Guerra Mundial, fue para la purificación de Su iglesia. ¿Permanecería Su auto-declarado pueblo fiel a Sus principios durante la feroz prueba de la guerra? ¿O se adheriría a los estatutos de los hombres antes que depositar su confianza en su Dios Todopoderoso? Tal como el oro es purificado únicamente tras pasar a través del fuego, así fue purificada la iglesia de Dios durante este tiempo terrible. Tan sólo un remanente, una porción de la iglesia, permaneció fiel a su Dios, eligiendo la muerte antes que la negación de su Señor.

Juan, el Revelador, describe claramente las características de los fieles:
Entonces el dragón se airó contra la mujer, y fue a combatir al resto de sus hijos, los que guardan los Mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús. 

Posiblemente, la siguiente manifestación, encontrada en un periódico alemán publicado en 1915, arrojará luz adicional sobre el tema de la separación en la iglesia Adventista:

Desde el comienzo de la guerra, ha habido una división entre el pueblo Adventista. Durante la guerra, la mayoría quisieron ver puestas de lado las enseñanzas fundamentales; si era necesario, mediante la fuerza. Los otros pidieron que les fuera permitida la santificación del Sábado (Sabbath), incluso en estos tiempos de violencia. La facción opositora efectuó finalmente la exclusión, desde la Organización, de los seguidores de los principios originales de su fe. 

La Pluma Inspirada registra una descripción del zarandeo que tiene lugar de vez en cuando. Tal zarandeo siempre provoca una separación:

Pregunté el significado del zarandeo que yo había visto, y me fue mostrado que sería causado por el recto testimonio aportado según el consejo del Testigo Fiel a los Laodicenses. Esto tendrá su efecto sobre el corazón del receptor, y le conducirá a elevar la norma y a derramar, en adelante, la íntegra verdad. Algunos no soportarán este recto testimonio. Se levantarán contra él, y esto es lo que producirá un zarandeo entre el pueblo de Dios ....
El número de esta hueste había disminuido. En el zarandeo, algunos fueron dejados al lado del camino. 

Tras la guerra, la libertad fue restaurada en Europa y, los miembros que habían sido perseguidos y excluidos de las iglesias Adventistas del Séptimo Día de toda Europa por rehusar participar en la guerra, contactaron entre sí. Su inquietud primaria era buscar la reconciliación con los que habían abandonado la plataforma original de la verdad. Se envió peticiones a los dirigentes Adventistas, expresando el deseo de los Reformistas por tener una audiencia donde los representantes de la Conferencia General estuvieran presentes.