sábado, 2 de junio de 2012

Adventismo en Peru

La historia de la Iglesia Adventista en el Perú es una aventura misionera llena de historias de abnegación, entrega y oración. Según los datos hasta el momento disponibles, esta historia comienza en 1898. El año de 1898 asoma en el devenir histórico como un año marcado por eventos significativos para el futuro desarrollo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en el Perú.

En 1898, el gobierno peruano aprobó, no con poca oposición, la ley que reconocía el matrimonio entre personas de religión protestante.1 En esta ocasión el premier aceptó la noticia con poco entusiasmo, reflejando con esta actitud la intolerancia de grandes sectores de la ciudadanía.

Ese mismo año, el 26 de junio, la Foreign Mission Board de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día votó la adición de los territorios de Bolivia, Perú y Ecuador a la Misión Chilena, lo cual fue determinante para que la Misión Chilena extendiese sus actividades al territorio peruano.

Fue precisamente en 1898 que se inicia la obra de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en el Perú,4 con la partida del puerto de Valparaíso, Chile, de dos grupos rumbo a Perú.5 El primer grupo, conformado por José y Liborio Osorio, ambos misioneros laicos que llegaron con sus familias y se sustentaban mediante el comercio ambulatorio.6 El segundo grupo, estaba integrado por José Luis Escobar,7 de oficio carpintero,8 su esposa, Víctor Thomann, una señorita voluntaria y los hermanos Luis y Víctor Osorio. Esto ocurría en el mes de agosto de 1898.9 El viaje había sido financiado con 150 dólares aportados por la Misión Chilena, así como por una donación de hermanos de Alemania, y ambos grupos llevaban la misión de compartir la verdad adventista con el pueblo del Perú.

El primer grupo llegó a Mollendo, marchando de inmediato a la ciudad de Arequipa “adonde llegaron al atardecer del mismo día. Al día siguiente, muy temprano, se percataron de que estaban frente al mercado y vieron que la gente se reunía por lo cual pensaron que debían iniciar sus actividades misioneras repartiendo folletos.” Pronto fueron rodeados por una turba, teniendo que ser encerrados por la policía, que evitó su linchamiento, y luego fueron deportados a su país.

El segundo grupo fue algo más cauto, pues llegaron al puerto del Callao y se establecieron en la capital peruana, trabajando en diversos oficios a fin de autosostenerse.

En la Review and Herald del 6 de junio de 1899 se informaba a través de G. H. Baber que habían sido bautizadas tres personas en Perú, lo cual debió de haber ocurrido a fines de 1898 o comienzos de 1899. El bautismo fue realizado por el hermano Escobar. Desde un inicio de la obra adventista en Perú, existieron valientes hermanos que testificaron aun a costa de su propio bienestar, como el caso que informó el pastor Baber a la Review and Herald de un joven de 16 años que fue considerado como muerto por su familia al haberse bautizado en la nueva fe.